Palustre

Tributo al obrero bogotano:

Desde mi ventana, Bogotá se ve como un pesebre gigante.
Cuando era niño, la veía lejana, pero ahora la ciudad se acercó a mi casa, convirtió mi loma en barrio y nos acogió como parte de ella.
En las noches claras, sigo mirando las luces del primer edificio que mi abuelo ayudo a construir. Era albañil, “Palustre” le decían, y con ese apodo también se quedó mi papá y así me dicen a mí, ahora que sigo su legado.
—Bien pegadito y con amor —me decía mi viejo. —porque con cada ladrillo que pones, ayudas a construir esta gran ciudad.

Imágen del blog: historiasparameditar.blogspot.com

Microrelato en cien palabras, presentado en el concurso Bogotá en cien palabras en el año 2019

Si la Calle Real hablara...

Tributo a la carrera séptima de Bogotá, en cien palabras:
Si la calle real hablara, daría cuenta de un conquistador triste que afanosamente fundó un pueblo donde ya había otro, construyendo a la vera ermitas y casas blancas, que se iban repitiendo hasta convertirse en urbe.

Contaría que fue un camino precolombino, que ha visto pasar indígenas descalzos,  jinetes españoles, carruajes de virreyes, juglares y saltimbanquis.

Contaría que vio pasar mulas tirando un tranvía, turbas incendiarias que el tiempo apaciguó, hordas de hombres en cajas de metal botando humo que se desvanece en las arboledas de los cerros orientales, que imponentes cual colosos custodian en silencio un gigante mientras duerme.

Imagen de archivo http://bogota.gov.co
Microrelato en cien palabras, presentado en el concurso Bogotá en cien palabras en el año 2018

Redención

Microrelato en cien palabras.

Mañana cumplo treinta años, y una sentencia de catorce por hurto y homicidio.
Cuento las horas que faltan para recuperar el mundo que perdí, en el extravío de mi adolescencia.
Desde mi traslado de la correccional de menores, he transitado por varias cárceles como Dante entre los círculos del infierno. En uno de esos conocí a Virgilio; un viejo sabio que recitaba prosa, en un patio rodeado de criminales como yo y otros peores, que alienaban su espíritu ante sus relatos y discursos persuasivos. Oyéndole, comprendí que mi redención empezó desde el mismo día de mi delación. Gracias mamá.


El tigre y el caporal - SOS Amazonía

Bordeando el Orinoco hacia el oeste, mamá jaguar caminaba con sigilo entre el espeso verdor, pero se detuvo sorprendida ante el cambio abrupto que se encontró ante sus ojos; la mitad del mundo, hacia donde se oculta el sol, había desaparecido. Trepó en un tronco esvarejado y se agazapó, posando el hocico entre sus garras; agudizando su mirada y su oído para tratar de comprender lo que veía. A lo lejos se libraba una batalla a muerte contra el indefenso bosque; gigantes cedros y ceibas sucumbían, ante sus prepotentes adversarios armados de hachas y motosierras, y mamá jaguar sintió por primera vez dolor y junto con la selva también lloró, porque el llanto de la selva se expresa en el sonido de un árbol al caer.



Fuerzas de paz

"Contribuyes para el bien o el mal, la paz o la guerra; todo es cuestión de perspectiva".

Oscar despierta perturbado por el ruido simultáneo del citófono y el timbre de su puerta.
—Pero quién diablos… —musita Alma (su esposa), que adormilada corre un poco la cortina. En el andén hay dos hombres de traje negro, el uno en el citófono y el otro recostado en un automóvil también negro parqueado frente al edificio. Oscar mientras tanto mira por el ojillo de la puerta.