Los ignorantes y vagos no deben tener derecho al voto

Que el voto de un analfabeta político o un vago que no le aporta nada a la sociedad sino más bien es una carga para el estado, valga igual que el de otro ciudadano que sí le aporta a la economia del pais,  es uno de los pecados de la democracia que nos ha llevado al hoyo donde estamos hoy.

Imaginemos un sistema de elección popular con unas reglas basadas en el “voto meritorio”, o un voto cuyo valor no sea unico, sino un coeficiente proporcional al mérito del votante, por ejemplo:

  • Voto del vago o ignorante = 0
  • Voto de estudiante, trabajador o pensionado = 1
  • Voto de burócratas y políticos = 1 
  • Voto de empresario que genera empleo = 5

Para no complicar la lista, dejémoslo solamente así, en estas categorías. En un concienzudo replanteamiento saldrían más categorías, pero para la reflexión a la que invito, dejemoslo así.

Las primeras críticas vendrían por el gran valor que tendría el voto del empresario, frente al de un vago o un ciudadano común o un burócrata.

La respuesta es fácil, la mayor motivación de un postulante a elección popular, es el privilegio de  gerenciar recursos públicos, producto del dinero que todos pagamos con impuestos (excepto el vago, ese no suma, sino resta), en ese volumen de recaudo, la mayor proporción la aporta el empresario, o generador de empleo.

La empresa, sea del tamaño que sea, es el motor sin el cual no habría comercio, industria,  ingresos, impuestos, no habría nada; de ahí se desprende el valor del voto del gestor de empresa en nuestro utópico sistema soñado.

La otra objeción posible sería; ¿por qué el voto de un político o burócrata valdría menos que el de un empresario?

Lo ideal sería que políticos y burócratas en ejercicio, no tuvieran derecho al voto; porque ellos son los votados o elegidos, sus sueldos son pagados a expensas de lo que los otros ciudadanos producen con su trabajo, y con sus votos seguirian teniendo influencia corrupta sobre una elección que beneficiaría solamente sus propios intereses, práctica que ya está enquistada en los sistemas de gobiernos demócraticos.


La democracia con sus defectos es el mejor sistema de gobierno, sin embargo el exceso de “derechos del hombre”, tiene a este al sistema al borde de la crisis.


Reflexiones de viernes por la tarde (Ham Bashur)

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