“Desde su catre, Recabarren vio el fin...”
También era su propio fin, postrado en su catre y sin habla, no había nada más para el viejo pulpero, que buscar con sus ojos algo que se moviera en la llanura infinita que a lo lejos, de día se fusionaba con el cielo y en la noche con sus nebulosos pensamientos.
Esa estancia de Recabarren era el fin, a donde un hombre llegó a hacerse matar con honor, para redimir un pecado que llevaba a cuestas.
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